Terror en la luz.

El cielo es infinito para el pájaro entre rejas.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Rojizo.

Aún siento el furor.

Fueron movimientos rotundos, espasmódicos, arrolladores. Sin verte te observé, con una robusta puerta de madera suave de por medio. Yo sentada a un lado, tú al otro. La discusión había sido una de muchas, de tantas que tuvimos por no quererte demasiado. No existió un rumbo centrado de amor, de odio, de manías, de perversiones. Sin embargo aquel día, pudo ser recuerdo de otro momento de los inolvidables.
Me creo mala por esto. Me pienso fiera, víbora egoísta. Me imito mentirosa. Las comparaciones se odian así mismas, y por eso nunca, nunca pude compararte. Porque nunca hubo un punto de comparación.
Sin embargo, ese día, fue único si contrarrestamos.
Puertas abriéndose y cerrándose. En el momento que te fuiste, así sin más, yo salí rumbo a la izquierda. Metí la mano en la frialdad terrible de la nevera y me topé con un brick bendito de vino afrutado. Escuché que volvías y corrí de nuevo a encerrarme. Lloraba. Quién sabe ese día cuál fue el motivo.
Te empeñaste mucho por todo y por nada también. Lo grande siempre es pequeño si no se teje con un hilo resistente. El hilo del amor del enamorado, del amor intenso, inmenso... Del desvanecimiento de las horas sin percatarte dónde y cuándo las estás viviendo...
Yo eso ya lo había tenido, pero multiplicado por infinito.
Entonces llegaron los detalles absurdos que nunca lograron despertar en mi algún tipo de ilusión que fuera más allá de lo simple. Por la rendija inferior de la puerta, fueron entrando al recinto minúsculo fotografías de una pareja que ni yo misma reconocí. Yo bebía, y bebía, tratando de entender quiénes podrían llegar a ser esos dos desconocidos. Entendí que no era un tú y yo, sino un yo y él. Un alguien besando con los ojos cerrados a otro. Así, sin más.
Fotografías de muchos momentos vividos en un tiempo lo suficientemente prolongado para empapelar una pared. Pero yo, en verdad, centraba mi atención en aquello que estaba entre mis manos. El líquido rojizo que creaba en todo aquel drama un tono humorístico que fue estupendo.
¿Quién está detrás de esa puerta? Es que no quiero ni abrir...
- ¡Abre!
- No.
¿De qué sirve tanto juego, tanta insistencia, tanto teatro? Fuimos como maniquíes.
No deseaba abrir esa puerta, lo juro. No tenía ni ganas.
Pero de repente la angustia. Uno no puede desaprovechar cierto tipo de efectos pase lo que pase. los efectos son el momento clave de una felicidad extraña que, aunque se tenga en cuenta que es artificial, no por ello deja de ser increíblemente obtusa.
Abrí y me eché a sus brazos. Empapada en lágrimas, él solo transpiraba.
¿En quién pienso? ¿En qué piensa? Ni me importa.
El siguiente paso fue el derrumbe en un sofá rojo que me recordó a mi bebida. Solo me venían a la cabeza imágenes de telas de colores, de sombras brillantes que mojaban mi corazón seco. La única sangre que emanaba mi cuerpo, era la necesaria para vivir.
Entonces comprendí que el amor era todo lo contrario a aquello, con aquel hombre, de aquel modo. Pero no por ello perdí la oportunidad de saborear el mayor furor de mi vida.

domingo, 27 de noviembre de 2011

O no.

Pongamos que lo mejor de todo en la vida es lo que menos uno quiere que sea. Tú arrimas el hombro y él no se apoya. Tú excitas sin quererlo y él acepta. Te muerdes un labio en el sentido más inocente y él se empalma. Pongamos que todo es absurdo.
Imagínate no poder soñar jamás. Tal vez el punto exacto de la felicidad consta de impulsos. Un día alguien me expuso su impulso más perverso y yo acepté sonriente su insinuación. Pongamos que eso fue algo nuevo y que me sentí atraída a pisar sin calma la sed del mal que podría llegar a habitar en dicha propuesta.
Insinúate a ti mismo. Visualiza el mundo desde la perspectiva de una mujer encima de un hombre atractivo botando en una cama de 1X1. Imagínate justo eso... Botando en una cama de 1X1. Resbalando sobre un cuerpo parcialmente desconocido que se limita a un juego.
Propón, sobre ti, un lujurioso detalle. Sé locura incandescente.
Sería como no ser. Así, escotados todos bailando "La Marcha de la Vida", un nuevo invento del ser humano desde los tiempos prehistóricos.
Buscas el mayor cambio irreconocible en ti, y te planteas dar el paso jamás visto, jamás sentido. Imagínate todo eso dentro de un baño de 1X1.
Y horas de pasión. Sin palabras, solo gritos corruptos. Lágrimas de ardor plancentero sembradas en ese cuerpo que ahora ya tan solo conoces por el latido de un corazón que incluso puede no existir.
Al día siguiente... No, venga. Ni tan siquiera habría un día siguiente. En el momento en que todo cesa, nadie irá contigo a pasear. Nadie se mojará por volver a mirar unos ojos que no tienen ninguna importancia. La piel, el roce, el calor proporcionado en el acto impulsivo, solo sirven para saciar el momento que duró horas, sin significado alguno.
Eso eres. Una pieza no de coleccionista, si no de colección para alguien. Un nombre más en una lista importante para quien jamás será galán.
¿Y todo eso importa? Depende. Claro.
A veces eso puede significar algo muy importante. Un paso que podría ser el principio de todas las cosas o el mayor error que jamás podrás perdonarte en tu vida. Pero a veces el mayor error está en las cosas ya hechas con la mayor compasión e inocencia del mundo. A veces hay que delatarse, aunque no hayas sido asesino. A veces uno debe sentirse juguete aunque nunca se haya creído niño.
Y los pilares del mundo, caen. Y la brisa marina ya no será una manta dulce que te sonríe como antaño. Entonces todo será fuego, terremoto, tormenta.
Y quizás veas un hilo de luz, conductor hacia una vida perfecta, con un nombre perfecto, una fama siniestra pero seductora.
O no. O todo serán risas para el resto y el fin de la etapa vital más conmovedor del mundo...

lunes, 21 de noviembre de 2011

Me encontraste.

Y dos.
Se matan, se pelean, se estresan, se hieren. Uno encuentra, el otro busca. Te encontré y me encontraste hace mucho, mucho tiempo. Lanza al viento ese suave mensaje que sabes que quiero saber, yo mientras, abriré los ojos fuerte, para verlo por si no lo escucho...
Me encontraste de pie, sentada, empapada en sudor.
Me encontraste cuando nadie me había todavía encontrado. Cuando detestaba el mundo entero. Cuando amaba sin saber qué más hacer.
Polinicé por ti. Recordé viejos tiempos tuyos y míos.. O tal vez solo míos.
Hoy sigue. El guión escrito por algún enfermo mental. Una historia que uno de los dos no debe conocer en profundidad. una falta de entendimiento. Un quiero y no puedo. Somos nosotros mismos quienes nos limitamos, y lo sabemos, pero no vamos a hacer nada por ello.
¿Soy tu referencia?
Dos, y dos. Uno y dos. Uno y ninguno.. O tres.. o todos.
Ojalá lo hicieras y ojalá yo no. Me encontraste de nuevo, en el momento más inoportuno. Cuando soy blanda y cruel y todo me importa más que nada en el mundo.
Lo fácil aburre. Nos aburrimos ambos a los dos días, pero yo, acabo detestando estar sin tu voz, vivir sin eso, ni esto, ni aquello. Tú vives, sabes alcanzar metas que no te importa que no importen... Tú ya no haces locuras. Tú sigues siendo el mismo, en todos los sentidos.